“¿Me dará su Teléfono?” habrá pensado el hombre de la bicicleta mientras circulaba por el centro de la vereda porteña, acercándose al empresario que caminaba en el mismo sentido, metros más adelante.
El muchacho del traje, que días atrás, y aunque las predicciones de Horangel y del Profe Carlos dijeran lo contrario, se había lesionado en la cara posterior del muslo derecho, estaba en su País de las Maravillas al que se accede a través de un celular. Debajo de su brazo llevaba una carpeta con sus iniciales que coincidían con las de los confites coloridos de chocolate (M&M idiotas!).
El muchacho de la bicicleta, cuya sangre fría y serenidad absoluta lo incluye en una sub especie de reptiles con ruedas, continuó acercándose con las pulsaciones normales entre 60 y 70, nada de transpiración, ni de tensión, quizá por eso nadie dudó de él.
A medida que la bicicleta se acercaba al muchacho con tres nombres y ningún apellido, la música del National Geographic comenzó a sonar en el ambiente. El reptil que se acerca al desprevenido conejo. A través del auricular iban y venían frases del tipo “Nos podríamos juntar a las 15 para cerrar el tema”, “Si querés llevo el informe y preparo un cuadro estadístico” y cosas por el estilo.
El muchacho de la bici, que se desplazaba a paso de hombre o tal vez más lento, alcanzó a la víctima, y casi con una educación de clase alta inglesa “retiró” el celular del oído del peatón desprevenido, se lo puso en su oído y mostrando sentido común y buena educación le dijo a la persona que escuchaba del otro lado una frase inolvidable…”Quedate tranquilo, en este momento no puede hablar…después te llama”, para luego meterse el adminículo en el bolsillo mientras continuaba pedaleando ante la sorpresa de la víctima. Dicha víctima, que se caracteriza por su gran estado físico, una vez que reaccionó, intentó correr al correcto y pulcro chorro, pero la lesión en el muslo le recordó su imposibilidad. Desde su inercia, planteándose si no habrá sido una entregada (Justo hoy que estoy lesionado!!), MM vio como la espalda del malviviente, el celular y la bicicleta se alejaban a una velocidad mínima pero suficiente para ser inalcanzable…
Esto sucedió hace un par de años, pero es una modalidad delictiva placentera, diría. Se los recuerdo porque hay demasiados lesionados en los planteles y podrían ser una nueva víctima del “Secuestro Light”, que tanto mal nos ha hecho.
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