Estamos todos de acuerdo que es un puesto especial. Pero algunos son mas especiales que otros. Y otros más especiales que los anteriores, después vendrían una cuarta categoria de los especiales y ahí nomasito viene Ventichinque.
Arquero de los comienzos de Namberwan, cuando el equipo comenzaba a dar sus primeros pasos y él sus primeros tropiezos.
Arquero de cabellos largos, de pañuelo bien futbolero (Hay pañuelos futboleros?) atando las crines, desgarbado el pibe, y arquero. Con un aire al loco Gatti. Una brisa, al menos física. ¿Ya habìa dicho que era arquero? Si, era arquero.
Quizá se hizo peronista por tradicion familiar, quizá se hizo Evangelista por inclinaciones religiosas, quizá se compró un Fiat Spazio porque tuvo la plata...Lo que si es seguro es que nadie sabe porque eligió ser arquero.
Condiciones, no tenía...o tenía pocas.
La defensa, cada vez que se juntaba a hablar confluían todos en la misma respuesta..."NO DEJEMOS QUE NOS PATEEN AL ARCO, QUE NO LO PRUEBEN A VENTICHINQUE"
Ya todos sabían que si la pelota acertaba el rectangulo de 7 X 2 era gol seguro. Había que tomar precauciones.
Si hasta el técnico de la época, Lito, le daba consejos para mejorar la performance del guardametas: "Mire Ventichinque, no le pido que saque las pelotas que van esquinadas, pero al menos las que van afuera...no me las meta adentro del arco!!"
Así soñaba ser Ventichinque
En realidad Ventichinque era arquero, pero generalmente suplente del equipo. Un abonado al banco, donde era responsable de menos goles en contra que dentro de la cancha(??¡¡¡¿¿).
Un día las cosas tendieron a cambiar, y el técnico decidió que era el momento ideal para darle la confianza...el pibe se la merecía.
Dijo el DT: "Bueno, en base al esfuerzo que le pone, a las ganas, a la constancia a pesar de jugar poco y nada, a no darse nunca por vencido, hoy le vamos a dar la 1 a Ventichinque. Hoy ataja usted Ventichinque!"
A lo que el guardamentas contestó: "Noooooo, justo hoy?? Hoy no, que ayer a la noche me tome algunos whiskys!!"
Las leyendas hablan por si solas. No hacen falta palabras, solo hechos.
Ventichinque, como nunca fue una leyenda, habla aunque nadie lo entienda...
Pero su nombre perdura en el tiempo...
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